Sísifo era un rey de la mitología griega, quien se destacaba por su astucia, y por lo mismo, fue castigado por Zeus, enviándolo al inframundo, pero Sísifo era tan astuto que aún así logró escaparse… lo capturaron y al llevarlo nuevamente al reino de Hades, donde esta vez, fue condenado a subir con una enorme roca a lo alto de una montaña, pero que al lograrlo, ésta se caería hasta el valle, una y otra vez. Este fue el destino de Sísifo, repetir una y otra vez lo mismo durante la eternidad.
Supongamos que somos Sísifo, cómo reaccionarías si cada vez que logras empujar la roca hasta la cima de la montaña, ésta se te viene encima y tuvieras que volver a empezar; ¿resignándonos a que éste es nuestro destino por toda la eternidad? O quizá ¿Aceptando nuestros errores y aciertos en el pasado, para subir la roca con optimismo, como si fuera la primera vez en subir la montaña? Y que, al caer nuevamente, sólo digamos “¡lo haré de nuevo!”, centrando nuestra atención en la cima de la montaña y no en la condena…
Pareciera una locura, pero con esa misma determinación debemos afrontar nuestras adversidades.
La resiliencia es la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro. En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento. Esta capacidad se caracteriza por aceptar el punto de quiebre, por reconocer que el pasado no volverá, que el dolor nos acompañará siempre, pero que es posible canalizarlo y reconstruirnos para seguir adelante. Preguntarnos ¿por qué vale la pena seguir adelante?, ¿por qué debería sobreponerme?, ¿cómo quiero vivir después de esto?.
La resiliencia nos permite identificar o diseñar al menos un motor de cambio personal, para ello debemos tomarnos el tiempo necesario para reflexionar en nuestro interior. En ocasiones, nos puede resultar difícil recuperarnos, y es necesario acudir con alguien más, familiares, amigos, profesionales. Cada ser humano encuentra una respuesta diferente… Para muchos de nosotros, el motor de vida que encontramos ha sido convertirnos en un Agente de Cambio.
Más allá de mi propia roca
En cada situación difícil que vivimos, se descubre una ventana que nos permite estrechar manos amigas. Así es como otras personas como nosotros, nos ayudan a subir la roca a la montaña. Estar en la cima por momentos, nos permite ver lo que hay más allá… que existen otras personas cargando sus propias rocas en otras montañas. Podríamos soltar nuestra roca por unos momentos y ayudar a los demás, ayudarles a superar sus retos y demostrarles que lo aprendido en su experiencia, puede cambiar el mundo de otra persona a la vez.
Solo basta con mirar a nuestro alrededor y observar todas las cosas que pasan y muchas veces no les damos importancia. Con acciones pequeñas, concretas pero replicables, es posible hacer la diferencia al ayudarnos y ayudar a los demás, sea visitando un asilo de ancianos, un orfanato o un centro de ayuda para niños con discapacidad, ayudar como voluntario en un refugio para animales en situación de calle, compartir tus conocimientos con otras personas, asumir un sentido de responsabilidad con el medio ambiente, etc. Hay muchas cosas que puedes hacer como Agente de Cambio.
Un Agente de Cambio:
- Es quien tiene el valor de asumir un riesgo y de abrirse a nuevas ideas.
- Es quien asume la responsabilidad donde otras crean excusas.
- Es quien logra ver las posibilidades en una situación donde otros ven limitaciones.
- Es quien inspira a otros con la visión de lo que pueden aportar.
- Es quien posee la mejor habilidad de dejar el ego en aras de lo que es mejor para todos.
